¿Hacia dónde va la ciencia política? Según el argumento que he presentado aquí la
ciencia política americana. . . no va a ningún lado. Es un gigante que sigue creciendo y
tiene los pies de barro. Giovanni Sartori, 2005.

Una transformación en las solidaridades políticas y sociales que estructuraron a las sociedades de masas del siglo pasado ha sido señalada por numerosa y variada literatura. Esta tendencia ha sido problematizada por estudios empíricos sobre identidades colectivas, partidos políticos y movimientos sociales, en diferentes contextos sociales (tanto en los países centrales como en los periféricos de Europa y América), y partiendo de teorías divergentes, centradas en categorías como modernidad, representación o ciudadanía. En todos los casos, la constatación de que se han modificado las formas de constitución y la naturaleza de los actores colectivos ha obligado, durante las últimas tres décadas, a redefinir las herramientas teóricas y metodológicas para abordar los fenómenos políticos y sociales, aunque en direcciones que persistentemente se bifurcan.

Frente a este diagnóstico, que reseñaremos brevemente en el próximo apartado, es necesario formularse numerosos interrogantes: ¿Qué clase de dinámicas se instalan cuando las organizaciones tradicionales (partidos políticos, movimientos sociales) son desbordadas por otros actores que compiten en la enunciación política? ¿Cómo abordar, desde la sociología política, procesos cuyos agentes son, en muchos casos, colectivos circunstanciales?

El objetivo del presente artículo es ofrecer un principio de lectura sobre el proceso de disgregación de las identidades colectivas. Proponemos interpretar la dinámica política contemporánea en los términos de una sucesión de procesos de identificación política, discontinuos desde el punto de vista de su cristalización en sujetos colectivos, pero hilvanados por la tematización de los asuntos públicos.

Desde esta perspectiva, ensayaremos una articulación entre la literatura dedicada a la sociología de las identidades políticas y los estudios sobre sociología de los problemas públicos. Afirmaremos que la agenda pública cumple una función de sutura de la esfera pública en tanto, por un lado, restringe la multiplicidad de asuntos susceptibles de debate público a un conjunto delimitado, filtrado por el proceso de tematización, mientras que, por otro, el mismo proceso implica la emergencia de antagonismos y la identificación con definiciones concretas de los problemas públicos.

Desarrollaremos las categorías de identidad política y agenda pública. Respecto de la primera, articularemos el argumento de Ernesto Laclau (1990) sobre las nociones de identidad y diferencia políticas, con la perspectiva de Paul Ricoeur (1996), sobre la autoinstitución performativa de la subjetividad política a partir de su puesta en escena frente a un público desinteresado. Dicha articulación nos permitirá definir el proceso
de tematización de los problemas públicos desde una perspectiva que recupere tanto la dimensión agonal de la política como su aspecto reflexivo. Sobre esta base, definiremos la noción de agenda pública siguiendo la línea de la sociología de los problemas públicos, desde los trabajos de Cobb & Elder (1972) y Blumer (1971), hasta Cefaï (1996).


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