1. Introducción
2. Frecuencia y Radicalidad de las Resignificaciones en Historia Política
Nuestro primer paso hacia el tema elegido consiste en una conjetura, susceptible de enunciarse de este modo: dentro del conjunto de las especialidades consagradas en el ámbito de la historia, la de índole política ha concentrado los fenómenos de resignificación, tanto por frecuencia como por radicalidad. Dicho en otras palabras, aunque existen casos de resignificación en historia social o económica o de la ciencia o de las religiones o de la cultura, son más numerosos los que se registran en la historia política, sean los referentes de ésta antiguos o modernos, nacionales o continentales, generales o sectoriales -historia de gobiernos, parlamentaria, de partidos, de políticas exteriores, electoral, etc. Se destacan también las resignificaciones de historia política por su mayor profundidad y amplitud, para la gran mayoría de los casos. Los cambios sustanciales en historia política aparecen, en síntesis, como más frecuentes y contundentes que los que se aprecian en otras especialidades de la disciplina.
La conjetura precedente debe fundarse, en algún grado. Procuraremos respaldar, en primer término, la aseveración numérica y luego la cualitativa, con lo que quedará abonada la síntesis -“la historia política concentra las resignificaciones”.
Respecto de la mayor frecuencia, conviene señalar, para que no se sumen unidades diversas, que no toda reinterpretación en historia constituye una resignificación. Si así fuera, no habría otras novedades en esta materia que las resignificaciones, o sea, que cambios peculiarmente sustanciales. Todo se volvería trivial, o reiterativo, salvo lo drásticamente innovador, lo revolucionario. Nada aportaría una investigación que no rompiera con todas las anteriores, cosa que resulta evidentemente absurda. Las resignificaciones representan sólo una clase de novedades de investigación e interpretación. La clase que se define por la sustitución del paradigma -de la teoría de alcance medio- que sustenta un conjunto abierto de abordajes de determinado objeto de investigación. Cuando se sustituye un paradigma por otro, el objeto se replantea,
los problemas en su torno pasan a ser otros, las informaciones relevantes cambian -al menos por agregación de tipos de información de ese carácter- y cambian por consiguiente las fuentes y las técnicas de relevamiento.
Que una indagatoria se desenvuelva sobre un paradigma ya cultivado no la hace trivial ni limita de ninguna manera sus posibles logros. La adopción de un paradigma original, concomitantemente, no garantiza resultados notables, aunque sí novedosos. Una reinterpretación puede superar a una resignificación, por amplitud, densidad, solidez, etc. Pero puede ocurrir lo contrario.
Así entendidas, algunos casos admitidos como revisiones corresponden a reinterpretaciones y no a resignificaciones. En el terreno de la historia política, por ejemplo, hacer “historia de los de abajo” arrojará una reconstrucción muy sorprendente de la actividad de los partidos, en las democracias más o menos efectivas, pero no supone una sustitución del paradigma de las historias elitistas de esa actividad. Aquel enfoque no es compatible con el supuesto de la inercia de las masas en la vida política normal -que subyace casi todas las aproximaciones que sólo investigan a los dirigentes- y lo sustituirá con el contrario, lo que representa un cambio importante que redunda en muchos otros cambios interpretativos importantes. No se trata, sin embargo, de un paradigma alternativo, ya que cabe moverse sobre el supuesto elitista o sobre el supuesto democrático dentro de paradigmas vinculados a teorías economicistas o fundados en la autonomía de lo político, por ejemplo; en paradigmas pertenecientes a la historia estructuralista -sin narraciones y acontecimientos- o a la historia centrada en proyectos y decisiones, etc.
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