La pregunta central del libro es cómo debe estar organizada la vida pública de “nuestras sociedades”. Y la respuesta que ofrece es una exploración erudita y compacta de los debates más salientes (al 2009) en la teoría política anglosajona. El enfoque es eminentemente “práctico”: “this book applies the values and theoretical frameworks of political theory to real world political issues” (5). Smits intenta, entonces, “aplicar” enfoques de teoría política a las grandes controversias que, sobre diferentes políticas públicas, vienen ocurriendo en el marco (político y epistemológico) de las democracias del “Norte Global”. (Este punto de vista que el libro asume −el de países “occidentales”, “ricos” y con democracias liberales “consolidadas”− no es un detalle, como veremos más adelante).

Estructurado en 12 capítulos y con una introducción conceptual útil para cursos iniciales de posgrado, el libro es un valioso material para los interesados en los principales debates ciudadanos hoy. La lista de temas tratados es extensa: distribución de recursos (impuestos, bienestar y redistribución), minorías culturales (reconocimiento y derechos), acción afirmativa, prostitución y pornografía, matrimonio “igualitario”, aborto y eutanasia, regulación del discurso ofensivo, libertades civiles en tiempos de terrorismo, obligación (o su ausencia) de los países ricos de brindar ayuda externa, intervención militar con fines humanitarios, y protección del medio ambiente y de las futuras generaciones (este último apartado, dicho sea de paso, plantea una reflexión bien interesante acerca de los límites temporales y geográficos de las obligaciones de justicia). Los capítulos siempre tienen por título una pregunta que, en la mayoría de los casos, empieza con “¿Debe. . . ?” y, en todos los casos, es normativa.

Smits, a su manera, hace honor a la complejidad de los fenómenos en cuestión. Si bien el lector puede intuir cierto “favoritismo” por algunas de las visiones en disputa y a veces la autora toma clara posición, predomina una suerte de equilibrio conceptual y no la búsqueda de soluciones teóricas rápidas. La discusión acerca del derecho al aborto (capítulo 7) es ilustrativa en ese sentido: la autora no sólo no caricaturiza la (o)posición “conservadora” sino que además lidia seriamente con argumentos complejos que relativizan el derecho de las mujeres “a decidir”. Y así con cada issue. El libro, pues, merece ser leído. Paso ahora a algunos de sus aspectos que considero problemáticos.

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